Me encanta el paraje de las hoces. Lástima la distancia, sin
embargo, una vez allí para mí es un placer recorrerme el Guadiana por dentro. Saltando
de piedra en pierda, de charco en charco, con la adrenalina del riesgo y
equilibrio por igual. No es fácil mantenerse en el agua, cámara en mano y
desplazarse por los chorros y charcos. Pero
al terminar la tarde, me quedo con la fantástica sensación de haber disfrutado
de un paraje y tarde maravillosa… ¡¡Mereció la pena venir!!
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