Recuerdos de infancia, el dia del rebote sentados junto a la hoguera, comiendo sopas berrendas, escuchando tus historias en las noches de la esquila, mirando pa la lobera, por si viene el lobo fiero y nos lleva ......
Por tu recuerdo Tio Francisco.
Tardecita primavera
estaba yo en mi majada
remendando mis zapatos
y aguzando mi alcayada,
vide venir siete lobos
por una honda cañada,
venían echando suertes
para entrar en mi majada.
Le tocó a la probe loba
patizumba y jorobada.
Siete güeltas dio a las redes
y no pudo sacar nada,
al cabo las ocho güeltas
quitu una cordera blanca,
- ¡Ay, mis siete cachorrillos
y mi perra trujillana!
- No tengo yo miedo alguno
de tu perra trujillana,
ni de tus siete cachorros
a mí se me importa nada,
que tengo yo mis colmillos
como puntas de navajas.
Quédate con Dios, pastor;
llevo la cordera blanca,
que tenías que matar
para el domingo de Pascua.
- ¡Ay!, mis siete cachorrillos
y mi perra trujillana,
que si me la recobráis
tendréis cena redoblada
y sin no me la cogís
la tendrís con la alcayada-.
Siete leguas anduvieron,
todas siete barbechadas;
al saltar un riachuelo
se trocaron de palabras:
- Toma tu cordera, perra,
toma tu cordera blanca.
No la hize dengún daño,
que yo te la entriego sana.
- Yo no quiero mi cordera
de tu boca maltratada,
lo que quiero es tu pellica
para el pastor la zamarra;
tus orejas pa pendientes,
pa pendientes pa las damas;
el larguero de tu cola
pa abanicar las mochachas
y tu cabeza la quiero
pal zurrón de las cucharas.
estaba yo en mi majada
remendando mis zapatos
y aguzando mi alcayada,
vide venir siete lobos
por una honda cañada,
venían echando suertes
para entrar en mi majada.
Le tocó a la probe loba
patizumba y jorobada.
Siete güeltas dio a las redes
y no pudo sacar nada,
al cabo las ocho güeltas
quitu una cordera blanca,
- ¡Ay, mis siete cachorrillos
y mi perra trujillana!
- No tengo yo miedo alguno
de tu perra trujillana,
ni de tus siete cachorros
a mí se me importa nada,
que tengo yo mis colmillos
como puntas de navajas.
Quédate con Dios, pastor;
llevo la cordera blanca,
que tenías que matar
para el domingo de Pascua.
- ¡Ay!, mis siete cachorrillos
y mi perra trujillana,
que si me la recobráis
tendréis cena redoblada
y sin no me la cogís
la tendrís con la alcayada-.
Siete leguas anduvieron,
todas siete barbechadas;
al saltar un riachuelo
se trocaron de palabras:
- Toma tu cordera, perra,
toma tu cordera blanca.
No la hize dengún daño,
que yo te la entriego sana.
- Yo no quiero mi cordera
de tu boca maltratada,
lo que quiero es tu pellica
para el pastor la zamarra;
tus orejas pa pendientes,
pa pendientes pa las damas;
el larguero de tu cola
pa abanicar las mochachas
y tu cabeza la quiero
pal zurrón de las cucharas.
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Este era un rey con tres hijas
más hermosas que la plata;
a la más rechiquetita
Delgadina le llamaban.
Estando un día merendando
su padre el rey la miraba
¿Qué me mira usted, mi padre,
qué me mira usted la cara?
Que antes de salir el sol
has de ser mi enamorada.
No lo quiera el Dios del cielo
ni la reina soberana,
del padre que me engendró
sea yo la enamorada -.
Mandó a los cuatro criados,
los que trajo de Granada,
que la lleven a matar,
la encierren en una sala,
y si pide de comer
le den sardinas saladas,
y si pide de beber
le den zugo de retama.
Ya se va la Delgadina,
ya se va la desgraciada;
con lágrimas de sus ojos
toda la sala regaba.
Al cabo de ocho días
s´ha asomado a una baranda
y ha visto sus hermanitos
jugando un juego de cañas.
Mi hermano, por ser mi hermano,
que me des un sed de agua,
que no la pido por vicio,
que a Dios le entrego mi alma,
que se me seca la boca
y el aliento se me acaba.
Yo te la diera, alma mía,
yo te la diera, mi hermana,
pero si padre lo sabe
la cabeza nos cortara -.
Ya se va la Delgadina,
ya se va la desgraciada;
con lágrimas de sus ojos
toda la sala regaba.
Al cabo de ocho días
s´ha asomado a otra baranda
y ha visto a sus hermanitas
haciendo medias caladas.
Mi hermana, por ser mi hermana,
que me des un sed de agua,
que no la pido por vicio,
que a Dios le entrego mi alma,
que se me seca la boca
y el aliento se me acaba.
Yo te la diera, alma mía,
yo te la diera, mi hermana,
pero si padre lo sabe
la cabeza nos cortara -.
Ya se va la Delgadina,
ya se va la desgraciada;
con lágrimas de sus ojos
toda la sala regaba.
Al cabo de ocho días
s´ha asomado a otra baranda
y ha visto a su madrecita
alisándose las canas.
Mi madre, por ser mi madre,
que me des un sed de agua,
que no la pido por vicio,
que a Dios le entrego mi alma,
que se me seca la boca,
y el aliento se me acaba.
Yo te la diera, hija mía,
yo te la diera, mi alma,
mas si tu padre lo sabe
la cabeza me cortara -.
Ya se va la Delgadina,
ya se va la desgraciada;
con lágrimas de sus ojos
toda la sala regaba.
Al cabo de ocho días
s´ha asomado a otra baranda
y ha visto al rey su padre
sentado en sillón de plata.
Mi padre, por ser mi padre,
que me des un sed de agua,
que no la pido por vicio,
que a Dios le entrego mi alma,
que se me seca la boca,
y el aliento se me acaba.
Yo te la diera, hija mía,
yo te la diera, mi alma,
pero he hecho juramento
sobre la cruz de mi espada
de no darte de beber
a no ser mi enamorada -.
Ya murió la Delgadina,
ya murió la desgraciada,
las campanas de la Gloria
por Delgadina doblaban;
las campanas del Infierno
por su padre repicaban.
más hermosas que la plata;
a la más rechiquetita
Delgadina le llamaban.
Estando un día merendando
su padre el rey la miraba
¿Qué me mira usted, mi padre,
qué me mira usted la cara?
Que antes de salir el sol
has de ser mi enamorada.
No lo quiera el Dios del cielo
ni la reina soberana,
del padre que me engendró
sea yo la enamorada -.
Mandó a los cuatro criados,
los que trajo de Granada,
que la lleven a matar,
la encierren en una sala,
y si pide de comer
le den sardinas saladas,
y si pide de beber
le den zugo de retama.
Ya se va la Delgadina,
ya se va la desgraciada;
con lágrimas de sus ojos
toda la sala regaba.
Al cabo de ocho días
s´ha asomado a una baranda
y ha visto sus hermanitos
jugando un juego de cañas.
Mi hermano, por ser mi hermano,
que me des un sed de agua,
que no la pido por vicio,
que a Dios le entrego mi alma,
que se me seca la boca
y el aliento se me acaba.
Yo te la diera, alma mía,
yo te la diera, mi hermana,
pero si padre lo sabe
la cabeza nos cortara -.
Ya se va la Delgadina,
ya se va la desgraciada;
con lágrimas de sus ojos
toda la sala regaba.
Al cabo de ocho días
s´ha asomado a otra baranda
y ha visto a sus hermanitas
haciendo medias caladas.
Mi hermana, por ser mi hermana,
que me des un sed de agua,
que no la pido por vicio,
que a Dios le entrego mi alma,
que se me seca la boca
y el aliento se me acaba.
Yo te la diera, alma mía,
yo te la diera, mi hermana,
pero si padre lo sabe
la cabeza nos cortara -.
Ya se va la Delgadina,
ya se va la desgraciada;
con lágrimas de sus ojos
toda la sala regaba.
Al cabo de ocho días
s´ha asomado a otra baranda
y ha visto a su madrecita
alisándose las canas.
Mi madre, por ser mi madre,
que me des un sed de agua,
que no la pido por vicio,
que a Dios le entrego mi alma,
que se me seca la boca,
y el aliento se me acaba.
Yo te la diera, hija mía,
yo te la diera, mi alma,
mas si tu padre lo sabe
la cabeza me cortara -.
Ya se va la Delgadina,
ya se va la desgraciada;
con lágrimas de sus ojos
toda la sala regaba.
Al cabo de ocho días
s´ha asomado a otra baranda
y ha visto al rey su padre
sentado en sillón de plata.
Mi padre, por ser mi padre,
que me des un sed de agua,
que no la pido por vicio,
que a Dios le entrego mi alma,
que se me seca la boca,
y el aliento se me acaba.
Yo te la diera, hija mía,
yo te la diera, mi alma,
pero he hecho juramento
sobre la cruz de mi espada
de no darte de beber
a no ser mi enamorada -.
Ya murió la Delgadina,
ya murió la desgraciada,
las campanas de la Gloria
por Delgadina doblaban;
las campanas del Infierno
por su padre repicaban.
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