que, en piedra tosca y humildes rejolas, el tiempo así te ha cristalizado, bajo este palio azul del cielo sempiterno, sobre ese verde esmeraldado que las lluvias otoñales pintaron.
COPITO DE NIEVE en tu atalaya apostado: eras –sin sospecharlo- el capricho artesanal del paisaje y la conciencia de la infancia cuando yo –solitario peregrino- te encontré invocando a Nemosine con las alas azules del recuerdo, en otro lugar y en otro tiempo.
Me cautivo al instante la humildad de tu gaya prestancia. Me enamoro mas tarde lo poco que de ti sabia la gente. La oscura historia de tu pasado y esas verdades que me confesaste mirándote.
Te quise sin pensarlo demasiado cuando te ofreciste indefensa desnuda, pura y virgen (que todo hay que decirlo) al pensamiento excitado y perdido para que entrara sin temor en tu cuerpo de sombra y aire
Te ame con la pasión del principiante y así se produjo el milagro y a la vez los dos fuimos fecundados: yo, de este amor que canto a cada instante; tu, de ser la causa, a la vez muda y parlante, De oración de lucha fracaso y .. de todo lo inalcanzable.